Los esguinces son una de las lesiones más temidas por un
deportista. Se trata de una lesión que en ocasiones se complica llegando a
cronificarse debido, en gran medida, a la falta de tratamiento. Creer que
bajando la hinchazón y esperar a que el dolor se alivie por si solo es el error
más común que se suele cometer, lo que puede convertir la recuperación en un
auténtico quebradero de cabeza.
Conviene ser conscientes de la complejidad de la lesión para
darnos cuenta de todo lo que debemos recuperar. Un esguince es bien una
distensión o bien una rotura total o parcial de uno o más ligamentos de una
articulación causado por un traumatismo brusco que lleva la articulación a
sobrepasar sus límites anatómicos. Además, debido al propio trauma, se origina
una puesta en tensión excesiva de la musculatura adyacente a la articulación
dañada que puede originar una serie de daños en la misma como distensiones, contracturas,
etc. y se provocarán alteraciones en la movilidad articular que, de no ser
solucionadas, no nos permitirán volver a
ejecutar la biomecánica de la pisada de manera fluida.
Debemos acudir al médico inmediatamente para que descarte
una posible fractura ósea con pruebas de RX y para que nos indique el
tratamiento a seguir y así garantizar la total recuperación, cuyos plazos
vendrán marcados por el grado de la lesión ligamentosa.
Cuando hablamos de esguinces los clasificamos en 3 grados:
-
Grado I: en este caso hablamos de una
distensión de ligamentos en la que apenas encontramos edema ni hematoma,
pudiendo no aparecer si quiera.
-
Grado II: presenta una rotura parcial del
ligamento con la aparición de edema y hematoma.
-
Grado III: rotura total del ligamento. Es
el más grave de todos y puede ser necesaria la cirugía.
Por tanto, tan pronto se produzca la lesión, aplicar hielo
en la zona dañada para bajar la inflamación y acudir inmediatamente al médico
es lo mejor que podemos hacer.
El esguince más frecuente tanto en el deporte como fuera de
él es el esguince externo de tobillo. Muchos son los que repasando su
trayectoria recuerdan haber sufrido esta lesión alguna vez en su vida, y no son
pocos los que la han padecido repetidamente en el mismo tobillo y ya lo
entienden como algo normal convirtiéndose en una lesión a la que no se la da ya
importancia.
En este caso lo más frecuente es encontrar la lesión en el
ligamento lateral externo, compuesto por 3 haces en forma de “T”; el ligamento
peroneoastragalino anterior, ligamento peroneocalcáneo, y el ligamento
peroneoastragalino posterior. También podemos encontrar lesión en el ligamento
de la sindesmosis. Su misión es darle estabilidad a la unión entre peroné,
astrágalo y calcáneo frente a los movimientos de inversión del pié. Teniendo en
cuenta que el movimiento de inversión del pié es una combinación de flexión
plantar, aducción y supinación, no recuperarlos debidamente podrá alterar
notablemente nuestra pisada.
Además la articulación tibioperoneoastragalina y la
subastragalina (sin obviar el resto de articulaciones que hay en el pie) pueden sufrir bloqueos a causa de que la
torsión articular origine subluxaciones que afectarán a su disposición
anatómica y a la movilidad tanto del pie, del tobillo, rodilla y cadera causando un roce articular que
podrá derivar una mala alineación articular a lo largo de toda la extremidad
afectada.
La musculatura de la pierna (sóleo,tibiales, peroneos,
gemelos…) así como la musculatura plantar se verán también implicados en la
lesión de una manera u otra.
Todo esto no sólo nos va a provocar incapacidad para la
práctica deportiva o el desarrollo de nuestra vida cotidiana por el dolor
provocado. Si lo dejamos “curar solo” se crearán adherencias y atrofias
musculares que seguirán dando problemas durante bastante tiempo. Además la mala
cicatrización de los ligamentos dañados dará lugar a la aparición de fibrosis
que les restarán elasticidad y estabilidad, alterarán la propiocepción y, por tanto, harán que la articulación sea más
vulnerable a poder lesionarse, es decir, se volverá crónico.
¿Cómo lo evitamos? Acudir inmediatamente al médico, como
hemos dicho, a que nos haga una valoración y nos indique el tratamiento a
seguir para recuperar el tejido dañado. Seguir todas las pautas que nos
indiquen y desde el momento en el que la articulación lo permita realizar
ejercicios destinados a recuperarnos totalmente.
Hoy en día son muchos los ejercicios que encontramos
orientados a la recuperación de lesiones. Encontramos a nuestra disposición
entrenadores que nos adaptarán los ejercicios a nuestras necesidades concretas.
En este caso José M. Sánchez (subcampeón mundial en piragüismo C2 y estudiante
de grado de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte) nos ha facilitado
una serie de ejemplos de ejercicios
destinados a recuperar los daños causados y recuperar la propiocepción, es decir, restaurar la comunicación entre el Sistema Nervioso Central y el tejido
musculoesquelético para evitar futuras recidivas.
-Artículo publicado en la revista SportLife.
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