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lunes, 1 de junio de 2015

ESGUINCES CRÓNICOS

Los esguinces son una de las lesiones más temidas por un deportista. Se trata de una lesión que en ocasiones se complica llegando a cronificarse debido, en gran medida, a la falta de tratamiento. Creer que bajando la hinchazón y esperar a que el dolor se alivie por si solo es el error más común que se suele cometer, lo que puede convertir la recuperación en un auténtico quebradero de cabeza.
Conviene ser conscientes de la complejidad de la lesión para darnos cuenta de todo lo que debemos recuperar. Un esguince es bien una distensión o bien una rotura total o parcial de uno o más ligamentos de una articulación causado por un traumatismo brusco que lleva la articulación a sobrepasar sus límites anatómicos. Además, debido al propio trauma, se origina una puesta en tensión excesiva de la musculatura adyacente a la articulación dañada que puede originar una serie de daños en la misma como distensiones, contracturas, etc. y se provocarán alteraciones en la movilidad articular que, de no ser solucionadas, no nos permitirán  volver a ejecutar la biomecánica de la pisada de manera fluida.
Debemos acudir al médico inmediatamente para que descarte una posible fractura ósea con pruebas de RX y para que nos indique el tratamiento a seguir y así garantizar la total recuperación, cuyos plazos vendrán marcados por el grado de la lesión ligamentosa.
Cuando hablamos de esguinces los clasificamos en 3 grados:
-          Grado I: en este caso hablamos de una distensión de ligamentos en la que apenas encontramos edema ni hematoma, pudiendo no aparecer si quiera.
-          Grado II: presenta una rotura parcial del ligamento con la aparición de edema y hematoma.
-          Grado III: rotura total del ligamento. Es el más grave de todos y puede ser necesaria la cirugía.  

Por tanto, tan pronto se produzca la lesión, aplicar hielo en la zona dañada para bajar la inflamación y acudir inmediatamente al médico es lo mejor que podemos hacer.



El esguince más frecuente tanto en el deporte como fuera de él es el esguince externo de tobillo. Muchos son los que repasando su trayectoria recuerdan haber sufrido esta lesión alguna vez en su vida, y no son pocos los que la han padecido repetidamente en el mismo tobillo y ya lo entienden como algo normal convirtiéndose en una lesión a la que no se la da ya importancia.

En este caso lo más frecuente es encontrar la lesión en el ligamento lateral externo, compuesto por 3 haces en forma de “T”; el ligamento peroneoastragalino anterior, ligamento peroneocalcáneo, y el ligamento peroneoastragalino posterior. También podemos encontrar lesión en el ligamento de la sindesmosis. Su misión es darle estabilidad a la unión entre peroné, astrágalo y calcáneo frente a los movimientos de inversión del pié. Teniendo en cuenta que el movimiento de inversión del pié es una combinación de flexión plantar, aducción y supinación, no recuperarlos debidamente podrá alterar notablemente nuestra pisada.

Además la articulación tibioperoneoastragalina y la subastragalina (sin obviar el resto de articulaciones que hay en el pie)  pueden sufrir bloqueos a causa de que la torsión articular origine subluxaciones que afectarán a su disposición anatómica y a la movilidad tanto del pie, del tobillo,  rodilla y cadera causando un roce articular que podrá derivar una mala alineación articular a lo largo de toda la extremidad afectada.
La musculatura de la pierna (sóleo,tibiales, peroneos, gemelos…) así como la musculatura plantar se verán también implicados en la lesión de una manera u otra.
Todo esto no sólo nos va a provocar incapacidad para la práctica deportiva o el desarrollo de nuestra vida cotidiana por el dolor provocado. Si lo dejamos “curar solo” se crearán adherencias y atrofias musculares que seguirán dando problemas durante bastante tiempo. Además la mala cicatrización de los ligamentos dañados dará lugar a la aparición de fibrosis que les restarán elasticidad y estabilidad, alterarán la propiocepción y, por tanto, harán que la articulación sea más vulnerable a poder lesionarse, es decir, se volverá crónico.
¿Cómo lo evitamos? Acudir inmediatamente al médico, como hemos dicho, a que nos haga una valoración y nos indique el tratamiento a seguir para recuperar el tejido dañado. Seguir todas las pautas que nos indiquen y desde el momento en el que la articulación lo permita realizar ejercicios destinados a recuperarnos totalmente.
Hoy en día son muchos los ejercicios que encontramos orientados a la recuperación de lesiones. Encontramos a nuestra disposición entrenadores que nos adaptarán los ejercicios a nuestras necesidades concretas. En este caso José M. Sánchez (subcampeón mundial en piragüismo C2 y estudiante de grado de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte) nos ha facilitado una serie de ejemplos  de ejercicios destinados a recuperar los daños causados y recuperar la propiocepción, es decir, restaurar la comunicación entre el Sistema Nervioso Central y el tejido musculoesquelético para evitar futuras recidivas.




* Javier Solla
-Artículo publicado en la revista SportLife.

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